Hoy dejamos atrás la ciudad y nos lanzamos a la carretera en busca de algunos de los paisajes más sorprendentes del Ártico. Porque aquí, más allá del hielo y la nieve, hay fiordos de aguas cristalinas, playas de arena blanca y montañas que parecen sacadas de otro planeta.

Nos espera un día de rutas escénicas, encuentros con la fauna salvaje y una conexión total con la naturaleza del norte.

Mañana – Rumbo a lo inesperado: fiordos y playas en el Ártico

Salimos de Tromsø y nos adentramos en la Noruega más salvaje.
Cada curva de la carretera nos regala una postal diferente: montañas que se reflejan en fiordos inmensos, pequeños pueblecitos pesquerosy, de repente, una playa de arena blanca y agua turquesa en mitad del Ártico.

¡Pero esto no va solo de paisajes sino de vecinos, pero, ya sabes, los que más nos gustan, los no humanos!

Atentos en la carretera:

• Alces – Los gigantes del bosque, a menudo escondidos entre los árboles.
• Renos – Los dueños de estas tierras, siempre en pequeños grupos.
• Pigargos – Con una envergadura de hasta 2,5 metros, el águila más grande de Europa.

Almuerzo – Picnic con vistas 

Buscamos el mejor rincón para hacer una pausa y disfrutar de un picnic 

Un fiordo, una playa o una colina con vistas a la inmensidad del Ártico.

Nada como comer rodeado de paisajes que parecen sacados de otro planeta, con el aire puro del norte y la sensación de que el tiempo se ha detenido.

Regreso a Tromsø con el alma llena

Emprendemos el camino de vuelta, con paradas estratégicas para disfrutar de los últimos paisajes antes de llegar a la ciudad.

Cada ventana del coche es un cuadro en movimiento.

Y si la naturaleza nos ha regalado momentos únicos, como un alce cruzando la carretera o un pigargo sobrevolándonos, este día quedará grabado para siempre.